Llegó el verano y con ello todo lo que suponía. Eva había finalizado sus estudios de Bachillerato y estaba deseando irse de vacaciones. Susana se marchó a Sevilla para pasar las vacaciones con su abuela. Su amiga Paula se fue a la playa, incluso Ricardo viajó a Irlanda.
Pero Eva sabía que ese verano no sería el mismo. Sus padres estaban atravesando graves problemas económicos debido a la crisis y a Eva le frustraba mucho pensar en recuerdos tan bonitos que vivió durante sus vacaciones pasadas y saber como sus mejores amigos disfrutaban del verano y ella no podía viajar. Eso la entristecía bastante. Para distraerse leía libros que le hacían pensar en otros bonitos lugares del mundo. Una mañana la madre de Eva le mandó ir a por el periódico. Ya de paso aprovechó para ir a la biblioteca y leer algún libro interesante que tratara sobre temas de amistad, viajes, verano... Cuando se disponía a cruzar el paso de cebra se tropezó con algo y cayó al suelo. De pronto sintió como algo que le hacía cosquillas en la cara. Abrió los ojos y pudo comprobar que era un perro. Un precioso Husky Siberiano que comenzó a ladrar. Entonces la gente se percató y llamaron a una ambulancia. Una vez llegó al Hospital le curaron heridas que tenía en la cara y en los brazos y llamaron a sus padres para que vinieran a recogerla. Cuando entraron en la habitación le explicaron asombrados que al salir del coche un perro se les acercó y les miraba con una cara llena de melancolía .
Eva les preguntó:
- ¿ Qué aspecto tenía ?
Ellos le respondieron:
- Tenía unos ojos azules, era un perro bastante grande con un pelaje grisáceo y blanco.
Eva miró pensativa y exclamó:
- ¡ Qué casualidad ! Ya sé qué perro es. Es el Husky Siberiano que e encontré al caerme de camino a la Biblioteca.
Cuando salieron del Hospital la sorpresa fue mayor. Estaba el Husky Siberiano esperando justo al lado del coche de sus padres. El perro la miró y corrió hacia ella. Eso le hizo pensar que el perro recorrió tantos kilómetros preocupado por su salud.
Entonces Eva entendió que ella debía cuidar de él. El perro no tenía collar y tenía aspecto de abandonado. A pesar eso el se preocupó por ladrar y avisar a la gente de que estaba tirada en el suelo y comprendió que esas vacaciones fueron las mejores pues gracias a ese perro se salvó la vida. Porque había encontrado a un amigo fiel que estaría con ella en los buenos y malos momentos. La vida sin darse cuenta le había enseñado una lección muy importante.
Cristina López Hara